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Progresivamente, se ha ido inculcando la repulsa y el rechazo a los símbolos históricos de la nación española que pueden suscitar algún valor no acorde con los intereses de una “partitocracia” de algún modo sectaria, que controla muy bien los límites en los que encauzar a sus políticos.
Signo de esto es el debate generado en las últimas manifestaciones masivas, sobre el uso de la bandera anticonstitucional, que incluye el águila de San Juan evangelista tras el escudo.
Ése águila simboliza el sentido católico de España. Una vez retirada, la bandera nacional se ve huérfana del pilar inspirador de nuestra patria, luciendo ahora un escudo hortera, con cierta similitud al de la segunda república.
Y digo anticonstitucional, pese a que técnicamente no lo sea, ya que la constitución no especifica nada sobre el escudo, el primer ejemplar de ésta, está encabezado por un escudo con el águila. Pero por mi parte, no hay ningún problema ni ofensa en que se considere anticonstitucional: Estoy en contra de la constitución, del estado de las autonomías, de la ley electoral, de la fachada pseudo demócrata del sistema liberal vigente, de la transigencia con el aborto, con los partidos separatistas, y de la mentira histórica.
El águila representa los valores eternos de España, que hoy chocan contra la constitución.¿Es Satán en carne humana el que está en contra de la constitución?, ¿cuánto se queja toda esta gente de las sanciones causadas por la expresión de oposición a un régimen?, ¿es pues una actitud totalitaria la de un estado que no permite utilizar la bandera que representa la respuesta a su estructura actual?
Que ningún católico, ni patriota, sea cómplice de la amputación de nuestra bandera. Las águilas a la calle, sin miedo.